Asesores de proyectos gastronomicos
En la actualidad, el éxito de un nuevo restaurante no sólo depende de las licencias y los contratos con proveedores, sino de muchísimos factores más, como dedicación, pasión, inversión y, sin duda, un buen ojo para los negocios.
Si tú estás a punto de abrir un restaurante, entonces te interesará leer los consejos que algunos asesores de proyectos gastronomicos nos recomendaron para lograr un negocio exitoso.
Conoce tu producto
Para saber cuál será el tipo de restaurante que manejarás, es necesario que conozcas muy bien tu producto, el margen de ganancia, los costos y el tipo de clientes que buscas atraer.
El mejor tip en cuanto a este tema es no invertir si no conoces lo que estás vendiendo, pues eso sólo causará que lo vendas mal y no obtengas las ganancias esperadas.
Compromiso
Si estás listo para abrir un restaurante, debes tener muy presente que es un trabajo 24/7 y que tu vida personal tendrá que ajustarse a los horarios extendidos.
Comprometerte con tu nuevo negocio significa que deberás esforzarte y, tal vez, hacer algún sacrificio. Pero, al mismo tiempo, será muy gratificante si tu verdadera pasión es la gastronomía.
Constancia
La constancia es la clave del éxito, no sólo para no rendirse y decaer por la falta de compromiso, sino a la hora de servir la comida. Con esto nos referimos a: sirve siempre lo mismo para que el cliente sepa a lo que va, y no se lleve sorpresas por la variación en la sazón.
Es decir, debes ser constante en tu trabajo y en tus recetas. Te aseguramos que los clientes lo notarán y empezarán a llegar por montones.
Una buena inversión
Sabemos que invertir en un nuevo negocio puede ser difícil y aterrador, pero no te preocupes. Recuerda hacer que la inversión sea productiva y se utilice en lo que debe de utilizarse.
Cada proyecto gastronómico tiene un nivel de capital e inversión, y hay que sacarle provecho invirtiendo correctamente. Por ejemplo, una buena inversión sería comprar un equipo de cocina e ingredientes de excelente calidad.
Calidad=precios
Es muy común que las personas que empiezan un nuevo negocio, teman poner precios moderadamente altos porque piensan que ahuyentarán a los clientes; sin embargo, vender calidad a veces cuesta.
Eso no significa que tus precios tienen que estar por “las nubes” como sinónimo de “bueno”, sino que se trata de comercio justo y de hacer valer y respetar tu trabajo y el de tus empleados.